"El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto."
François de la Rochefoucauld
El amor es como aprender a bailar ballet, primero tienen que ejercitarse a andar en puntillas y ver la importancia de hacer lo mismo muchas veces hasta llegarlo a perfeccionar. Observe como se alcanza la gracia de los hermosos movimientos de aquellos que lo dominan, parecieran que hicieran el mismo movimiento, pero no ellos cambian de dirección y buscan la armonía del cuerpo hasta encontrar el balance con los demás. Así es el amor es el ejercicio del dar y recibir que son los movimientos del alma en una sola dirección que es la de arreglar su conducta y su entrega para con sus semejantes. El amor como el ballet buscan la unión de lo bello con lo imperfecto, de conocerse y conciliar cada pasa que dan, por que mantener la relación que crean requiere de mucho ejercicio y determinación hacia lo amado.
El amor se manifiesta tanto espiritualmente como físicamente, pero en términos más explícitos el amor es un fruto del espíritu y permite al mortal de la tierra acercase al conocimiento de las cosas divinas. El amor como un acontecimiento humano no es muy fácil por las expectativas que ella crea y que a veces son muy difíciles de cumplir, ya que las duras faenas cotidianas tratan de acabar con el amor, y solo aquellos que tienen la capacidad altamente ejercitadas en el dar pueden sobrevivir.
Dice Alexander Lowen en su libro amor y orgasmo que el amor es la búsqueda del paraíso perdido, y eso se ve en nuestra actitud humana del deseo de volver a un lugar donde todas nuestras necesidades se satisfagan automáticamente. Nuestro apego a la vida llena de fantasías nos hace sufrir y no nos permite acercarnos así ese amor divino que Dios nos ofrece. Esta es una puerta entre lo humano y lo divino, que este amor abre para conocer el misterio divino del amor y la cura que ella trae para esta perenne lucha de la inclinación que sentimos hacia la vida.
Dios es amor dice Juan en sus epístolas y ese amor es una guía es una fuerza motivadora para enfrentar las pequeñas batallas de la vida, No hay otro camino hacia este amor que el pasar por descubrir el amor hacia el prójimo, ya que este amor humano y el amor divino se alimentan mutuamente. Los avatares de la vida parecen ser tragedias insalvables, y cuando el amor de la tierra nos trae desesperación y angustia miremos hacia ese amor que reside en la eternidad y dejemos que el nos llene con su amor.
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