LOS ANDES Y MI VIDA

Cuando yo tenía cinco años, mi madre me dijo- Todos los pasos que haz dibujado desde que tu naciste los guarda la tierra madre (Pacha mama) por que los Andes cuida a sus hijos desde el primer aliento. En verdad no entendí lo que me quiso decir por que mi alma no comprendía la presencia misteriosa de este lugar en sus hijos. Desde mi infancia anduve en armonía con la tibieza de la tierra y la rebeldía ebria de la naturaleza andina que como hoguera ardía en mi alma.
Nacer en los Andes, es nacer en medio de las pasiones de la naturaleza que cubre la tierra en el lugar mas alejado del pensamiento Occidental, es entrar a otro mundo donde tu alma se enreda en el misterio de la piedras y las nieves eternas que como ojos vigilantes desde la distancia te dan su amor para hacer de ti un ser diferente. Anduve así en mi elemento ebrio de secretos y vestido de misterios hasta los once años, cuando de repente un día mis padres decidieron dejar mi Chavin Arqueológico, dejar el navío del cielo donde ardía la vida en su desarrollo natural para llevarnos cerca del mar hacia una vida estéril, entre bríos de opresión y llamaradas de esperanza. Desde esta ciudad grande anduve extraviado buscando el final de una vida inexistente, sofocado por el bullicio y las embriagadoras horas de la perdición me ate en vuelos negros para huir de las heridas que las garras de la civilización desencadenaban en mi.
Cuando quiso la mano de Dios soplo sobre mis movimientos la brisa salvadora de su misericordia, y volando a través de los sueños desembarco mi corazón en esta tierra bendita del area de la Bahia, en California donde los golpes del sufrimiento quedaron adormecidos, por la serenidad azul de su cielo brilloso de sol, cuyos rayos corren como centauros de luz transmitiendo esperanzas a la vida. Fui allí donde halle mi segundo nacimiento y comprendí claramente las palabras de mi madre, por que al contacto de los colores que mi alma olvido en los andes, supe de los besos olvidados que la tierra me regalo en mis años tiernos. Hoy después de veintiocho años con el corazón olfateando a alturas regreso nuevamente a los nevados eternos de esta cadena misteriosa de montañas, que se extienden continuamente en las partes altas de Sudamérica. La intensidad de los Andes es mi universo y mi alma se enciende con pasión al contemplarlas, por que se siente el borde de la vida y de la muerte y ve a su miedo fluir como el tiempo huyendo de las sombras. Los Andes hace todo totalmente claro, no necesita de lenguajes para expresarte que la vida que te toca debes vivirla con la misma intensidad que ellas transmiten al sentirlas.
Los Andes tiene la armonía de las cosas perennes, contemplarlas es un momento mágico para los diferentes por que trae cada señal para entender el milagro de la vida que Dios creo para los mortales. Es entender que ese milagro mientras vivas en la tierra no es perdurable y llegara un día tal vez el menos pensado en que la muerte la derretirá, como le tiempo a estas mágicas montañas.
Los Andes son para mi vida la oportunidad de haber nacido entre ellas, de creer que lo imposible es posible y que la armonía y rebeldía que en ellas existen dieron a mi vida su inconformidad y extravagancia que guardo siempre en mi corazón.